En este sentido, fuentes de la investigación consultadas por este diario aseguran que a Raquel y Triana les unía una estrecha relación de amistad, un detalle que podría explicar que la primera accediera a esconder la presunta arma del crimen, con el riesgo que ello implicaba. Las mismas fuentes afirman que ambas pasaban mucho tiempo juntas y que era frecuente verlas paseando por las calles de León. Los agentes también sospechan que algunos de los efectos intervenidos en la casa de Triana podrían pertenecer a su amiga Raquel.
Marihuana para consumo propio
Los ordenadores no fueron lo único que apareció en el registro de la vivienda. También se localizó medio kilo de marihuana repartido en distintas bolsas, una cantidad que sorprendió a los agentes y que les llevó a pensar en un primer momento que Triana podría estar dedicándose al tráfico de esa sustancia ilegal. Sin embargo, los investigadores se inclinan ahora por la hipótesis de que la joven almacenara esa droga, que en la calle habría alcanzado un valor superior a los 2.500 euros, únicamente para consumo propio.
En el registro de la casa de Triana también apareció un arma distinta a la utilizada en la muerte de Carrasco. Los agentes sabían desde el principio que el arma del crimen tenía que ser un revólver porque en la escena no aparecieron los casquillos de las tres balas que acabaron con la vida de la dirigente popular. Una pistola normal habría dejado los casquillos cerca de su cuerpo, pero ninguno de ellos apareció. El arma entregada por Raquel demostró que los investigadores estaban en lo cierto, pero horas antes ya habían encontrado en el domicilio de Triana otra pistola de calibre 7.65 que no encajaba en el homicidio. Por ello, tras el registro se prosiguió con la búsqueda en el río.
Los agentes también saben desde ayer que las dos armas, que tienen los números de serie borrados, fueron compradas por la madre a un delincuente común de Gijón hace más de un año. Este individuo ya habría fallecido a consecuencia de una sobredosis.
Es una silla pensada para ir en el coche en sentido contrario a la marcha y puede ir instalada en el asiento delantero. El tiempo necesario para inflarse es de 40 segundos. Cumple los máximos estándares de seguridad y todas las normativas vigentes. Pero lo más importante es que pesa menos de 5 kilos.
Es un sistema ideal para aquellas personas que hacen desplazamientos con sus hijos y que no siempre llevan el mismo coche, por lo que permite no tener que llevar una sillita en cada vehículo. También permite hacer desplazamientos en taxi con la máxima seguridad para los más pequeños.
Este asiento de seguridad para niños ha sido desarrollado por Lawrence Abele, responsable de diseño del centro de desarrollo que la marca sueca tiene en Los Angeles. El diseñador tiene dos hijos y llevaba tiempo pensando en una forma de llevar seguros a sus hijos y de facilitar sus desplazamientos en un automóvil. Y de paso hacer más fácil esta tarea a todos los padres responsables.
Vean el video en el que se demuestra el sencillo funcionamiento de esta sillita de niño de Volvo, que de momento solo es un prototipo pero que tiene todas las opciones de empezar a fabricarse pronto. De llegar a la producción, va a revolucionar el mundo de la seguridad para los más pequeños.
Hace unos años, los ordenadores portátiles estaban restringidos a un limitado manojo de perfiles profesionales o a entusiastas de la tecnología con el bolsillo ancho. Su precio triplicaba el de las unidades de sobremesa, y de ninguna manera podían competir con ellos en prestaciones. Con el paso del tiempo ambas arquitecturas se han ido acercando: primero, en términos de potencia y, recientemente, en el precio.
Hoy, aunque los portátiles no han llegado a converger en precio con los fijos, nos encontramos cerca de que esto suceda. El desplome en las ventas de ordenadores clásicos, a punto de deternerse, ha rebajado su precio en torno a un 15% en los tres últimos años. Así, cada día son más los usuarios que optan por un portátil como ordenador principal de la casa, mientras que otros se debaten entre modelos. A ellos va dedicado este artículo.
¿Para qué lo quiere?
Es una cuestión medular que no todos se plantean. ¿Para qué necesito mi ordenador? Los portátiles son equipos concebidos como estaciones de trabajo, que priman la movilidad y el gasto energético en detrimento de otros aspectos, como la calidad de la pantalla o, por qué no decirlo, la vida útil del dispositivo. Esto es así porque sus componentes están muy próximos entre sí, lo que genera una disipación del calor deficiente con respecto a sus hermanos mayores.
Los sobremesa son equipos más versátiles. Destacan en la medida que las necesidades computacionales crecen. Ya saben que el calor es uno de los motivos por los que baja el rendimiento del hardware, y las grandes cajas que albergan CPU dan pábulo a la implantación de sistemas de disipación térmica muy eficientes. Estos equipos están destinados a aquellos que anteponen la potencia, ya sea para editar vídeo, jugar a videojuegos o, simplemente, disfrutar de una experiencia multitarea sin picos de rendimiento.
Potencia: empate
Decíamos que la potencia es cosa de ordenadores fijos, pero solo por cuestiones de calor. En términos técnicos, los procesadores de última generación suelen tener una versión para portátiles, más pequeña y con un gasto energético más ajustado, lo que normalmente conlleva un precio final mayor. No obstante, hablando exclusivamente en términos de potencia, hay un empate entre arquitecturas. Eso sí, los portátiles con procesadores ambiciosos tienden a ser menos portátiles de lo debido.
Movilidad: portátiles
De cajón. Si quiere mover su ordenador con facilidad ha de decantarse por el portátil. Y esto no significa exclusivamente salir de casa con él sino, simplemente, poder moverlo de una habitación a otra o trabajar con él apoyado en las piernas desde cualquier sitio. Transportar un ordenador de sobremesa es una labor siempre farragosa, no solo por el peso, sino por la gran cantidad de cables y periféricos que lo componen.
Versatilidad: sobremesa
Aunque ambos equipos están diseñados con una concepción modular, de piezas que funcionan de modo independiente, la arquitectura portátil es mucho más compleja. Cada fabricante diseña sus equipos a su modo y cualquier componente podría no valer en un portátil determinado, lo que limitará las posibilidades de expansión. Esto no sucede en un sobremesa, cuya único freno es el tamaño de la caja que los alberga, y que puede ser sustuida por un módico precio. Además, las piezas del fijo pueden reutilizarse para futuros equipos, haciendo que el cambio sea más económico.
Conectividad: portátiles
Los adaptadores wifi de los portátiles suelen tener un mayor alcance que las de los sobremesa, especialmente si éstos no disponen de uno de serie y se resuelve desde el USB. Los portátiles de gama media y alta, además, montan conexiones bluetooth, útil en la relación con el smartphone y otros dispositivos inalámbricos. Incluso si optamos por conectarlo con un cable de red, que al cabo es la forma más eficiente de transferir datos, un portátil siempre nos brinda la opción de acercarlo al router, evitando tirar metros de cable a través del pasillo.
Averías y vida útil: sobremesa
En este apartado no cabe la más mínima duda: los sobremesa son más baratos y sencillos de mantener, además de contar con una mayor vida útil. El principal motivo es, como decíamos, el calor. Las altas temperaturas que alcanzan los portátiles suponen un desgaste para los componentes que termina por estropearlos antes que sus homólogos en el gran formato. Y, cuando esto sucede, la única opción para arreglarlo sin perder la garantía es llevarlo al servicio técnico de la marca y cruzar los dedos para que la factura no se dispare demasiado. Por otra parte, los portátiles están para moverse, siendo los golpes la primera causa de avería.
Precio: sobremesa
Las arquitecturas se acercan en los precios, si bien siguen mostrando diferencias en los extremos. De este modo, por 500 euros se puede obtener un fijo de ciertas garantías mientras que un portátil del mismo precio defraudará cualquier expectativa. Por la parte del rendimiento, un portátil potente sale por 1.750-2.500 euros, y por ese dinero se puede montar una configuración estratosférica en un sobremesa.
La gama media, no obstante, se ha compactado hasta la equivalencia. Una configuración i5 estándar sale por 400 euros en versión escritorio, al que hay que sumarle al menos otros 200 por el monitor. Y precisamente 600 euros es el precio de salida en esta gama para portátiles.